Sí, ellas (las fotos). Que en un encuadre perfecto de mejilla a mejilla hacen de una línea, una gran sonrisa que contagia, que alegra, que da vida. Una foto, espontánea como ese par de brazos que en su diario trabajar en equipo nos dejan envolver un momento mágico con la fuerza y cariño de un abrazo. Un abrazo, de significados varios que únicamente buscan la manera de ser expresados, y que transmiten su energía llenan de color aquéllas manos que se estrechan con esa persona que no sabemos si se convertirá en un compañero, un amigo, un hermano, o simplemente en alguien tan especial que ni la muerte es capaz de poder separar.
Fotografías, lo más cercano a contar con vida eterna, pero sobretodo el medio más sencillo a demostrar sin miedo en un momento pleno y de gozo, el verdadero tú sin contar el tiempo. Pues los sentimientos capturados a través de este gran ojo, son los que podemos considerar como tiempos inmortales, y que únicamente pueden llegar a ser comparados con los dioses de nuestros recuerdos.
Por eso, aprendamos que la vida no acaba al dejar de respirar. La vida, se sigue viviendo hasta el último día en que una fotografía nos la permita ver, y hasta el último instante de coincidencia diaria que nos siga volviendo a recordar a ese alguien tan especial siempre.
La locura de escribir.